LA artillería, o la <i>artollerey</i>, como la designaban los pueblos de Centroeuropa allá en el Medievo, comprendía toda la gama de ingenios de guerra para el asedio de plazas, una progresión, evolutiva, de las antiguas catapultas, artefactos y máquinas de herrería. En el siglo XIV se convierte en cañón el <i>Kanone</i> o <i>Kartaune</i> germano, que creemos que, etimológicamente, se deriva de la palabra latina <i>cama</i> o caña, aunque existen quienes lo hagan provenir del bajo alemán <i>Kanne</i> o del vocablo flamenco <i>quenne</i>.
 
 Vamos a sujetarnos a la evolución que sufre en España a partir del Medievo, si bien con Carlos V tengamos que fusionarnos con la artillería imperante en toda Europa, ya que nuestro César, como lo hicieran los Reyes Católicos y el mismo Cisneros, tuvo que acudir a la incipiente industria militar que tenía sus principales fundiciones en Europa: Nüremberg, Augsburgo, Innsbruck y Estrasburgo.