La educación continua y a distancia es un mecanismo “ad-hoc” que impulsa a los particulares y a las universidades aún públicas a hacerse de recursos extraordinarios y a auto gestionar su función en el sistema educativo mundial, bajo programas respaldados sobre todo por los Organismos Multinacionales sociales y financieros como a la UNESCO y el Banco Mundial respectivamente, que promueven en la actualidad su adopción en todo el mundo y para el caso de México, esta forma de impartir actualización y capacitación educativa se populariza en todo género de universidades e instituciones de educación superior para, por un lado, “profesionalizar y comercializar” los servicios que prestan independientemente de su tendencia, objetivo y posición ideológica; por ello, esta modalidad además de representar una “veta” posible de explotación e interés, puede encontrar al final del camino, una posibilidad de liberar a las universidades sobre todo públicas, de su gestión y por consecuencia de la dependencia presupuestal que de forma unilateral, les designan los gobiernos democráticamente establecidos de quienes dependen.