<p><strong>Resumen.</strong> La educación juega un papel fundamental en la reducción del enemigo más formidable de la paz, la democracia y el desarrollo humano: la pobreza. Es el instrumento catalizador de la participación constructiva en los procesos sociales y políticos de los sectores silenciados y marginados del desarrollo.</p> <p>La educación es particularmente importante en un mundo cada vez más globalizado, convirtiéndose en punto de partida y elemento clave para comprender el pluralismo de los estados y sus diferentes manifestaciones culturales, contribuyendo de esta manera, a la integración nacional y regional. La educación como responsabilidad de todos debe no solo fijarse como objetivo la capacitación y adiestramiento de las personas, sino también, educarlas, más con el ejemplo que con la prédica, en una serie de principios y valores.</p> <p>Concluye el autor puntualizando la importancia de que se asuma el hacer política como práctica pedagógica. El político debe ser un maestro capaz de generar conocimiento en sí mismo y en los pueblos y modelar en sus acciones los principios que defiende con sus palabras. Hacer política y gobernar es educar y educarse.</p> <p> </p> <p><strong>Abstract.</strong> Education plays a critical role in the reduction of the most prominent enemy of peace, democracy, and human development: poverty. It is the catalyst of the constructive participation in the social and political processes of those groups traditionally silenced and excluded from development.</p> <p>Education is particularly important in a global society. It is a fundamental factor to understand the pluralism of the nations and their cultural diversity. It contributes to the national and regional integration. Education, viewed as everyone's responsibility, should not only be aimed at instructing and training individuals for the labor market, but also at educating them in a series of principles and values. In so doing, educating by the example should play a major role.</p> The author concludes stressing the importance that participation in politics becomes a pedagogical practice. Politicians should become educators capable of generating knowledge for themselves and the people they represent. They should model with their example the principles the preach. To do politics and govern is to educate.