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El desarrollo de la autonomía emocional y la resolución de conflictos son objetivos prioritarios para la convivencia y el crecimiento personal. A través de una observación sistemática y un modelo log-linear, este estudio muestra el bajo nivel de autonomía en los primeros ciclos de la etapa de Educación Primaria, una gran dificultad por parte de los niños para resolver conflictos y una enorme dependencia emocional y cognitiva respecto al adulto. Esto puede continuar en etapas posteriores, por eso es fundamental que, desde pequeños, los alumnos se acostumbren a enfrentarse a situaciones conflictivas, ya que éstas ayudan al proceso de diferenciación de cada individuo y al desarrollo de habilidades sociales básicas para los distintos aprendizajes y para la convivencia. Además, es necesario favorecer que los alumnos sean responsables de su proceso de aprendizaje, impulsando la capacidad de confrontación, de discusión, de pensar diferente y de valorar los acuerdos.